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Mostrando las entradas de agosto, 2010

We´ll always have París

¿A qué se debe tanta algarabía? Suponemos que se trata de moral Sobre La Moral Y nosotros preguntamos: ¿A qué se debe? Tanta algarabía para La Moral O mejor dicho: Pendejos de mierda, cállense que les doy un sopapo El mundo está perdido desde entonces Pero los pendejos ésos lo encontraron Si, si Y recuerdo que va a ser zona de procedimiento Con el Mariano Acosta a la cabeza Incluyendo los otros 21 loquitos Mejor ejemplo de un imperativo moral: Tomarse el colegio La facultad La cama La casa La red Hay que tomar más De todo un poco para hallar nuestro propio París París o el Mariano Acosta O la madrugada esa en la esquina del Abasto O el verano pasado Sin dudas, París siempre lo tendremos para nosotros Las condiciones de responsabilidad puestas al hombro O en el lomo de mi gato que tuerce el lomo por comida Quiere su París diario también ¿Por qué no? Todos aprendemos por igual quisiera creer un miembro activo de Carta Abierta

Un encuentro fascinate

Si te vieran la espalda, otra sería la historia. No la de los algodones de nuestro colage, del cielo confuso salido de la farmacia o equivalentemente de un súper mercado, que es nuestro, al fin-adviértase que vamos camino hacia alguna parte- que no admite señales ajenas, y porque mi aversión a las mudanzas (fantástico delator del paso del tiempo) o tu aberración (¡Oh! tiempo del paso fantástico y delator) por los volcanes de la isla, son perversamente proporcionales a los desajustes estéticos. De ahí en más, nos merecemos ser acechados por esos energúmenos que piensan ser reales. Eso nos trajo hasta aquí, a mi como el autor intelectual, es decir, el aturdidor de gorriones; y a vos como el editor. Digámoslo de otro modo: mi seudo-mimo y yo, sacamos a la luz a dos monstruos de la literatura universal, hoy buscándonos para ajustar cuentas. Retomando lo que nos trajo hasta aquí, yo y yo mimo, una sola persona, debe prepararse para ese encuentro fascinante con los energúmenos. Con la espal

Del niño feliz Díaz

Pobrecito el changuito. Desde que sus padres se encargaron de transmitir infaliblemente la herencia enfermante de la miseria a sus huesos, el changuito sólo se ocupa en dejarse llevar. Y no es que el olor a ropa sucia, y a cuerpo sucio afecte en algún sentido la opinión o la certeza sobre su rol en la vida; de ninguna manera, el changuito y nosotros creemos con todo nuestro ser lo que le espera. Dan lástima, él y sus dos hermanitos más chicos a los que les enseña a usar el mouse y el teclado para jugar al Counter Strike. De su siempre pululante herencia, seguro sentirá que algo bueno hay detrás de tanta obscenidad. Estar a cargo de sus hermanitos que lo siguen a todos lados, es ser el líder del grupo comando que aniquila terroristas. Vaya a saber, la verdad que uno cuando piensa o cuando los ve vagando por la avenida en busca de la monedita para pagar la hora en el ciber, también logra una especie de ignición insobornable que nos alienta a asegurar el desenlace de sus vidas.

Elucubraciones del lenguaje

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Un anal izado dirigióse a su anal izante: -Sospecho que gozáis de mi.

Las manos temperamentales

Quiso hacerla cortita y tiró un me voy que lo sintió medio aterciopelado. Claro, no hay cintura que aguante un jab tan imprevisto. Después dijo, sacáme vos, yo soy una curita nada más . Golpe bajo y el arbitro mirando a otro lado. Con las pelotas hechas pelotas, se retorcía pensando-o mientras se retorcía, pensando. Yo me voy, espero que me saqués de una vez por toda . Lo que sigue a continuación debería llamarse: Guía para saber cuándo pasa el tiempo, porque él, como ya sabemos, retorciéndose de dolor en el piso, busca razones para explicar tanta osadía suya para venir a desafiarlo, a él, conocido en el ambiente como Tableta de dulce de leche por su consabida destreza para endulzar a sus oponentes¿ En qué momento ella pudo lanzar tantos golpes seguidos? Odiaba justificarse cuando perdía, pero el odio recrudecía cuando los críticos pedían explicación por sus tácticas muy poco ortodoxas que lo hacían arriesgar peleas consabidas de fáciles. Llorando, nuestro héroe estaba llo

Autor desconocido

En un estante de Los primos encontré un libro amarillento y breve que se titulaba “Caperucita feroz y el lobo rojo”, de autor desconocido. Lo breve del libro era lo increíble, duraba una oración. Poco importaba el falseo de la historia original;la oración consistía en la siguiente configuración: "vuelta del bosque, el cazador le preguntó si se había encontrado con el lobo rojo, caperucita feroz respondió en medio de un gran bostezo: nunca lo vi, saborearlo me impidió verlo". Para uno de los primos, se trataba de un ejemplar sin valor,pero paradójicamente se negó a vendermelo.El inquietante caso del libro breve y amarillento todavía mantiene en vilo mis últimas noches cuando pienso en lo que caperucita quiso decir con eso de "saborearlo me impidió verlo".De cualquier forma,aunque me encapriche por darle sentido y comparar la historia con la mia propia,el ejemplar sigue en el estante en que lo encontré y con seguridad, uno de los primos se encargó de tasarlo debidamen

Besos por celular

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-Rendí bien -10 saqué. Te quiero. -Sí, si, ésa miremos. -¿Querés que tomemos algo ahora? -¡Uy!, sí. Los tostados son lo que más me gusta. -Dale, vení que ya empezó. Te quiero. -Abrí recién una cerveza. ¿querés o preferís otra cosa? -Me gusta el olor a queso derretido. -Sí, mejor que la metáfora son los arrumacos. Quiero. -Ok, me porto bien entonces. -Este es un momento que determina mi vida. -Va a salir bien. -Gauuu. -Sí, ahí estoy...bien cerca de vos. Te quiero. -Yo también...me estoy babeando con tus fotos de Bicho de ciudad. -¿Vamos a dormir?¿puedo ir adelante? -¡Qué lindo! -Te quiero mucho, pero mucho ¿entendés?

Déjà vu

La diciente, con la voz entrecortada-de otro modo dicho, entre sorbo y sorbo. Despertó en el preciso momento en que la vergástula robusta cual sanguinocefalosa, se le escurría entre las manos. Mordiendo el canto del vaso de plástico demostró el gesto fútil con que el sueño la devolvía a la vigila estúpida de sentirse liberada. De nuevo con vaso en la mano me sonrió y cambió de tema como cambió de sexualidad. Un antes y un después, para los legos. Mariela, dulce Mariela podía leerse en un sms enviado por su ex novia que se servía de ese dulce gusto a concha-¡Oh!, dulce crustáceo, Mariela ¿te comiste un Poet? Legos, decíamos que Mariela, era Marielo para Laura (flor de nombre para una gourmet de las crustáceas conchas de barrio sur). Ni qué hablar de cuando Laura, estrecha mente vaginal (alguien malogró y escribió, virginal pero yo puse las cosas en su lugar), se adentra a esa problemática aspirante favorita de los anales. Porque nuestra dulce Mariela que me sonríe como una caricia en lo

Historia común, la bomba lacrimógena y lo posible

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Todavía es un enigma, pero lo cierto es que pagué los trece pesos que me pidió el del quiosco que está en la vereda del correo, por una revista de cine tres meses atrasada. Quizá, lo más cómodo sería pensar que mi afán por profundizar mis insipientes y, casi siempre vagos conocimientos cinematográficos me hizo meter la mano al bolsillo sin chistar. Incluso, que haber visto la versión televisiva de la revista me impulsó a leer lo que esos tipos raros hablaban entre ellos; o que no entender nada de cine me hizo admitir mi ganas de hacer cine. Todos esos argumentos eran posibles, pero ninguno sonaba convincente. Es más, los argumentos se multiplicaban conforme explicaba a mis amistades que ahora leía sobre cine. Ninguna historia es eficaz, digamos, narrativamente, si su público la espera, por eso, la educación, esa manera que uno aprende a buscar en ellas, tiene sus límites, uno de ellos es que debe darse a conocer con la condición de concluir junto con la historia. La historia misma

Las últimas horas de La Maga

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Murió la Maga, lo indica todos los relojes que se derriten en los bolsillos de quienes esconden la noticia. Luego de su complicado nacimiento-¿era justo materializar dos siglos de sueños y experiencias en una sola figura ambulando por las calles parisinas?-y tras tantas barricadas, es importante destacar que para que se cumpla el debido duelo vamos a tener que ver nacer a la Desigual. Porque su nacimiento, tan mitológico como fue posible, fue completamente gobernado por la tarea titánica de la Historia que modelaba su carácter y su agonía. Y en ese mundo inverosímil, pegajoso, capicúa y casi mágico como su nombre, la Maga nos va relatando la vida contaminada de la mujer, de la pequeña burguesía titubeando cuando no hay que titubear. Versados en esconder relojes, hay quienes resisten parafraseando en las esquinas de los barrios, en los puentes de cualquier ciudad por menos parisina que se parezca, a las salidas de los cines o en un parque revolviendo un basural. Naturalmente parafrasean

Botellazo en el mate

Nadie más apropiado para apodarse Botellazo que este tipo. Pero había que tratarlo con pinzas, eso lo sabíamos nosotros, los que nos considerábamos sus amigos, entre los que estaba Bumbuna, el bautista que le dio ese indiscutible título de hombre a tener cuidado. Los que no lo conocían, lo mejor que podían hacer, era sospechar que botellazo, ante cualquier duda, como principio indefendible-en el barrio a eso le llamamos cagazo-se merecía respeto. Acostumbrados a decretar asuetos, huelgas que nunca se cumplían, yutas colectivas a las que sólo respondíamos los cuatro: Bumbuna, el Héctor, Botellazo y yo a quien los changos conocían desde siempre como Magu; nos reuníamos en la puerta de la nocturna a deliberar el motivo: el motivo siempre de respeto tanto como Botellazo, una vez determinado, no había objeto, nos embarcábamos hasta con viento en la proa, locual significaba, amonestaciones o pedidos de expulsión. Era común ver llegar a Botellazo rumiando, seguramente estuvo haciéndolo toda l

Furia de la noche en que la policía saqueaba la pinturería que se incendiaba

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Viernes 22 de julio. El escarabajo empieza a estridular sobre la mesa. Es la una de la noche, no se me ocurre quién puede ser hasta que leo en el display del escarabajo: Hugo. Primo querido, vení que te estoy esperando en el centro . Forcé una fantasía extemporal la cual iba acompañada con la pregunta de si se incluían mujeres junto a las cervezas que me ofrecía. Subí al taxi para comprobar que todavía estaba bajo el efecto analgésico de haber concluido la preselección del material para mí primer libro; la droga me hizo olvidar los 3° bajo cero que se sentían a esa hora. De acuerdo a mis deseos por manifestarle al mundo la hazaña, ese cruce épico de decirle al mundo-licencia expresiva que poco tiene que ver con la realidad suponiendo que si el libro sale, el mundo puede quedar reducido a unos cuantos amigos y aventureros capaces de comprarlo-que yo, Daniel Alonso, soy escritor; volviendo a lo que quería contar, consideré a Hugo como el primero en conocer la noticia. Al bajar del t

Apuntes sobre "La paja, en el ojo ajeno..."

El culo cerrado como boca de gallo animaba la velada. Las casitas prefabricadas temblaban ante la profecía incongruente de Heraclítoris que comía con la boca abierta. Todo el mundo se escondía escondiendo en sus polimorfos ataúdes sus sonrisitas de soñadores de papás fritas. Heraclítoris convocaba a la cena nupcial al dedo mayor entre los demás, o a la trementina alevosa de una lengua extranjera. Las casitas prefabricadas se arreciaron desapareciendo de la galera paralelepípeda en que se abrigaban. Las casitas prefabricadas: premio a la trayectoria de la paja. Semiótica también, diosa pagana mitad antro mitad universidad, cabalgando a piernas sueltas pide que la atiendan como a Heraclítoris. Porque, ¿por qué, señora culta no me han de estremecer con algo parecido a lo suyo? Preguntó lícitamente con cara de pan rallado y caramelo de goma, Semiótica. En el ojo ajeno, el perro familiar, rojo perro tucumano se retorcía las tripas riendo al compás de su encomiable modo de hacerse llamar, in

Wong Kar-Wai

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Basta escuchar “vas a soñar conmigo” para intuir que vamos a ser inducidos por fuerzas ajenas, sin embargo matemáticamente sabidas. Pero eso no es lo más arbitrario de asunto, devorar con deleite escópico cada recuadro que vemos pasar perezosamente es nuestro destino. Porque es lo que se nos impone desde algún lugar, menos desde el director que el de décadas de lecturas del realismo mágico. Las imágenes discurren en un tiempo donde la cotidianeidad queda calculada por relojes que marcan la lógica de los sin apuro, la temporalidad privada de los personajes que deambulan por pasillos, callejuelas o que se postran en una cama deshecha por el amor repentino, alentados por un diminuto ventilador. Ese mundo, ese universo en apariencia letárgico, precisa de quien vea y descifre lo que los personajes proponen con sus vidas siempre insatisfechas. Por esos canales se filtra el realismo mágico y los tangos o boleros siempre presentes. Lo que se precipita en ese goteo incesante y casi imperceptibl