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Mostrando las entradas de noviembre, 2009

La milonga

No es que crea en la reencarnación, ni que piense que nací en el sitio equivocado, pero ahora que escribo estas líneas, y se van ordenando las ideas, hasta podría pensarse que se trata del delirio de un loco, o de un sueño. Todo comenzó una noche filosa y espesa como la sangre que se derramó para terminarla. Era tan poderosa esa noche, como tantas otras noches en la que acostumbraba a ir al prostíbulo, empilchado y listo con mi fierro en el cinto a verla a La francesa. Yo ya tenía mi reputación entre los hombres, de milonguero y de malevo cuando de pelar el brilloso se trataba. El finado, antes de pasar a mejor vida, también amontonaba milongas y sombras en su faca. Los hombres sabemos cuando la parca anda rondando, sabemos que ni el arrullo cadencioso de las caderas de La Francesa pueden ahuyentarla. Pero cuando se arma la milonga, la muerte y su arrogante indiferencia pierde fuerza. Y así, al milonguear, en el patio cuadriculado tramamos una especie de tejido invisible con las formas

Dieta de una mujer enojada

Escuché por ahí que del dolor físico sólo se puede esperar que cese: es verdad. Porque ayer a la noche, cuando acomodaba el desorden que dejaron los chicos en la casa y me puse a leer uno de tus libros favoritos-uno que hablaba de muerte y de personas que reaparecían días o miles de años después-como si la emoción que me dio recordarte a través de ese aristócrata francés llamado Quentin Favrelou, como si recuperar la certeza de que podías algún día regresar te hubiera despertado ese vigor que tanto me sedujo cuando te conocí, fuera sufuciente motivo para comenzar a hacerme doler. Al principio, adjudiqué, por la fuerte sacudida, y la zona en que lo sentí, que se trataba de una patada. Ciertamente, no había otra posibilidad, porque el intenso dolor dio paso una sensación de mucha sed. Arrojé el libro sobre el sillón del living y fui a la cocina a beber litros de agua, pensando que alguna especie de viaje agotador me deshidrataba. Los viajes siempre fueron una molestia para nuestro matrim

La biografía del eximio mártir

Es de esperar que al evocar una pagina y el recurrido aleatorio del hueco formando el arbitrio de una biografía igualmente insospechada, ahí donde se podía leer(ya no se lee más)el derrotero amoroso y porqué no, y porque no, “ dotado de un exquisito y siempre insatisfecho anhelo por lo estético, se rindió sin demasiado esfuerzo a los (hueco de la pagina 102) caprichosos y periódicos de sus amantes pero sus fervores pasaban menos como simples exploraciones metafísicas que de un homosexual rebelándose a lo que negaba su propia sexualidad. Sus escritos de entonces no carecían de esa...”, y ahí el enigma accidental de un descuidado lector nos devolvía a nosotros, religiosos permanentes, onanistas literarios orgullosos, un significado inconfeso de la biografía-reímos mucho cada vez que podemos al reconocernos como los únicos capaces de descifrarlo-y el hueco descubre de la pagina 104 el novedoso orden de la pagina 102: largos y gruesos como espátula al revés . Nos tropezábamos, caíamos como

Tito "pantorrilla" Flores y los libros de los traductores

Julio Alberto Flores mejor conocido por pantorrilla o Tito, según la estación del año-sus amigos acostumbrados a verlo llegar, con su sonrisa inmóvil, casi cínica y sudorosa, a los domingos de bochas descubriendo sus gigantescos gemelos bajo sus famosos pantaloncitos cortos tipo inglés, no dudaron en motearlo acorde a la ocasión-conoció en la fiesta de carnaval de Febrero del 46´ a Graciela Estela Mamani de Peres. El romance, furtivo y escandaloso duró escasos tres meses con sus respectivas e incesantes idas y vueltas propias de las indecisiones de un amor sin futuro. Los enterados, con los pulmones vacíos esperaban un desenlace fatal cuando don Peres, respetable comerciante textil de Tucumán, hijo directo y dilecto de un israelita millonario que prestaba su jubilación a la causa de un primo suyo-que acabaría en el gobierno y como primera medida masacraría a miles de palestinos-recibió la noticia. Tito Flores, pantorrilla para los amigos más cercanos, se armó de valor y de maletas y co