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Mostrando las entradas de marzo, 2011

Antojos de sol

Era un época de miseria. Que por otra parte no es otra que ésta misma: el sol se hace esperar; aunque todo acabe. Siniestro. Compositor de la espera en algún sitio siniestro (acaso alguien pensó que adolecía de la adolescencia clásica de la falta de aprobación). Puso sé, los antojos de sol y salió a la calle, que no es otra cosa que una interminable expansión de su lengua. Áspera y gris, se endurecía. La miseria a cada paso vestidita de posibilidades, de humanas circunstancias capaces de acabar en el bolsillo-siniestro-de nuestra época de miseria. Ésta. Por otra parte, no es, otra, que esta, misma. Efectivamente, el sol no surge como surge afilado entre las hojas de un bosque solitario, colmado de sombras húmedas. Primera decepción: la humedad es sola como las mujeres; eventos humanos. Áspera y gris, la lengua re-cruda rodaba por una de las calles: ansiaba ser extinguida, pero se oyó decir palabras semejantes a puertas vaivén, apoderándose de su concertación. Las puertas ale

La mujer del Pero grullo (nota para el fin de semana pasado)

La he encontrado medio torcida, medio lucida. A mi mujer, La mujer del Pero Grullo, llevaba el hilo de la razón intacta. Su marido, yo, la desvergüenza esta noche, y todas las que pueda, hete aquí. Esposa del caníbal este, va a la playa a depositar el ungüento medicinal para la piel seca. Regresa hecha una sedita mitófoga a la moda, parsimoniosa aleteando lívidamente la noche sin encendedor. Solución: encender una palabra tras otra. Decía, esto ya no me seduce, aunque me de con mis gustitos, prefiero pensar que soy yo el de la razón intacta, no mi mujer, La mujer del Pero Grullo. A decir verdad, los años trascurren insensatos, amortizados por la complicidad de las amistades, y de los trozos de piel abandonados en el estacionamiento (playa como le dicen). Por alguna razón (seguramente torcida pero no menos elegante) mis libros siempre se abren en la misma página. Dicho sea de paso: doble o nada; podría sospecharse que mis libros son libros de una sola página. Y los versos, quizá, mirand

Altón piruobrero

Mejor sería dejarla ir. Dejar la. Ir por el congestionado aliento. Todo sería mejor. Si la dejo ir cómo cortamos por lo sano. Al fin y al cabo, vagar de prisión en prisión es cosa de locos. Todo sería mejor en una ciudad ordenada. Pensé en cortarle parte de sus ligamentosas piernitas harapientas. Sin duda para algo se inventaron. Los locos como yo. Mejor sería dejarla ir. Dejarla ir. Es que la amo tanto cuando tintinean sus aguachentos lagrimones. El recuadro destinado a ser una ventana fue una ojiva bermeja y orgullosa. Parecida en su capacidad siniestra de ser otra cosa que ella misma. Los argumentos son disímiles. Mi antepasado gritando cosas de mí desde el recuadro destinado: “ Tenía un pene digital, falangíneo...” ortopédico, y a otra cosa mariposa. Mejor sería dejarla ir como quien no quiere la cosa, y a otra pierna: ortopédica. Mariposa. Pero de nada servía enseñarle tigres y movimientos de jaque mate a la pobre. La ignorancia fue creación de mi padre. El muy hijo e´puta.