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Mostrando las entradas de septiembre, 2010

Lo que Scrat a aprendió del Coyote y viceversa

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Alguien dijo por ahí-a ver, alce la voz que no se le oye, por favor-que apasionarse por algo y someterse al antojo del deseo encarnaba otra forma de esclavitud. Por supuesto que no lo dijo Scrat, mucho menos el Coyote. Todos sabemos eso, quiero decir, todos, empezando por mí, y terminando. Lo dijo Benito empecinado en hablar de la libertad. Pasando en limpio, apasionarse no es tan bueno, señores. Entendiendo por señores a Scrat y el Coyote. La bellota y el correcaminos, se merecen estar incluidos además, son parte de la causa. La causa es la siguiente: a estos señores no se les mueve un pelo cuando de alterar el orden de las cosas se trata. Queremos decir-aquí nos detenemos y comenzamos a hablar como se debe-quiero decir, que la bellota y el correcaminos son lo que la suma de los ángulos interiores de un triángulo representa para la trigonometría: pura tranquilidad. Que no se les mueva un pelo, no es caprichoso ¿a quién se le movería algún pelo en el momento de ir detrás de un apetitos

Uno

III Sabía incluso más, era capaz de repetirlo, si no fuera por la Nery que se mantenía íntegra, invulnerable al amor de su marido que se le esfumaba. La indiferencia de la Nery era la inmundicia más inaguantable que uno debía soportar. María Amalia Molina, conocida por todos como la Nery , mujer interesante para los Barrientos busca mujer interesante con plata y bulba delatora o mejor conocidas-la mujer interesante y la bulba delatora-como qué ganas de culear que hay, se babeaba desde pequeña por los de la otra clase. Los de abajo, esos negros sudorosos, rotosos y malolientes eran sus favoritos, cosa que más de un familiar no dudaba en considerarlo como un precoz espíritu filantrópico manifestándose. Para nada. Nada para a una bulba delatora como la de una mujer interesante frente a un Barrientos busca mujer interesante que ya la había calado el día que fue con su padre a colocar una escalera de cedro para la mujercita de la casa. Los detalle

Fotografía en movimiento

Va a decir que voy sentado en el mismo lugar que aquella noche, que voy escudriñando a la gente que sube en la misma parada en la que ella subió, pero eso no hace más que alejarnos, cuanto menos, creernos adversos. Naturalmente algo nos conocemos, digámoslo de este modo: nos intuimos. Es cómodo anticiparnos-aunque nos equivoquemos muchas veces-a nuestras propias acciones; y así como él se anticipa a que yo lo anticipo a él, me regocijo con antojo sabiendo que lo hago siempre con el ferviente ardor del esclavo que busca liberarse de su opresor. Escribimos con la misma lapicera y simultáneamente, yo con la izquierda, él con la derecha. Todo esto es triste porque al conocernos, el único que admira su soledad soy yo. El tipo está solo y como dicen los matemáticos clásicos al final de una demostración, Quod erat demonstrandum: me usa a mi para disimularlo. Pero yo ya no estoy tan disponible como antes, quiero decir, me aburro fácilmente de su falta de acción y de su postura idiota de coyote

Lindo, la madre que te parió

Odio el adjetivo lindo. Sencillamente lo odio; pero ese sentimiento, muchas veces insaciable que me posee cuando lo escucho-misma sensación al leerlo-tiene un sentido. Odiar, pero odiar con fundamento quiero decir. Porque cuando se trata de una película de Campanella, podríamos usarlo indiscriminadamente, tantas veces como fuera posible; igual al hablar de la mujer del prójimo o de una constelación con forma de carro de supermercado vista desde el hemisferio norte(claro está, si tenemos la posibilidad de pasar el ecuador). Podemos lindear a nuestro antojo. Pero pasa que cuando se le dice a un artista: lindo lo tuyo, linda película, lindo poema, linda pintura, lindo, aunque no entienda que querés decir, es mejor no resistirse y largar una puteada para sacarse la mufa de esa palabra. Los tiempos han cambiado, al menos así lo creemos nosotros, al menos así intentamos creerlo ¿Cómo lo sabemos? En el Renacimiento, por ejemplo, ya que viene al caso, se usaban muchas palabras que en la a

Sobre una maldición y los conjuros del lenguaje

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Ernest Altkirch poco después de un divertido y no menos encantador hallazgo, publicó Maledictus und Benedictus . A su editor, en un apretada y vigorosa disculpa epistolar, cuenta el rigor de su retrazo. No era para menos, una vez traspasadas las arduas y escarpadas latitudes del laberinto Ético, la controversia se iba disipando en una conjunción que lo desvelaba. Maldito y bendito, sería la combinación de la anatema que abreviaría las áridas constelaciones de lo que hasta entonces se conocía sobre la vida de Baruch de Espinoza. Si acaso, como llegó a arriesgar un arriesgado polémico de su época-Bertrand Russel apresuró en celebrar la salida de esa publicación llamándola el Apotegma espinosiano- las maldiciones y los conjuros del lenguaje han interrumpido su sórdida vocación por el disparate. En adelante, los guardianes de los futuros conjuros se harían llamar psicoanalistas, y conocerán a Sigmund Freud como el promotor de las controversias del porvenir. Baruch, Bento o Benedictus como

Fe en el caos

Primer dato curioso: Recuerdo, canción de un cantautor español que cuenta la historia de un hombre que cree encontrar a un viejo amor en el subte, pero se equivoca. Segundo dato curioso: Inducido por un imprevisto decidí viajar en colectivo Tercer dato curioso: nunca había utilizado el colectivo para ir a trabajar. Cuarto dato curioso (este dato de tinte novelesco): corrí para alcanzar el colectivo. Quinto dato curioso: ella iba en el mismo colectivo. II Está decidido, sé que luego de acabar de escribir esto, voy a tener que destruirlo: nadie puede leer este relato. Tengo mis motivos para pensar así, y son los mismos que me impulsan a escribir. Porque claro, al enumerar las concomitancias que me llevaron a subir ese colectivo, y organizarlas de manera favorable es como trazar un modelo matemático de mi propio destino. Y es que todo destino, sea lo que sea lo que se considere como destino tiene algo de inoportuno e ineludible. Pero viéndolo más detenidamente, veo que el modelo es demasi

Marta

A la tarde, frente al parque Marta se muestra en su peso específico Y no es que hablar de peso signifique Una piedra o una manzana Sino el valor terrestre de sus achaques y sus infiernos personales A la tarde, Marta comprende al amor tullido Critico prescripto que la molía con verbos y adjetivos Porque lo específico de su peso Le dio alas y escudo para decretar huelgas y ataques Al opresor tan bien educado de frente pequeña y ojos confusos Que sale de la casa tirando pedos molesto Marta, tragando viento contento, respira Y me llama Danielo como lo hace cuando la felicidad le hace cosquillas Y me hereda las sandalias voladoras marca Perseo Ráfagas de porvenir y una lámpara para alimentarme Los días de liberación como éste en que Marta Por fin respira viento contento y frutal Y sonríe. A mi madre.

Uno

II El agua cubría los cordones de la calle y con cada auto que pasaba las olas progresaban hasta la entrada del bar. La lluvia se hacía poderosa y la charla se apagaba. O se iba caminando, o pedía una cerveza como para atenuar la munición de Barrientos. Ya lo había escuchado de boca de Camilo, su padrino de casamiento que le diagnosticaba una enfermedad típica de verano y le prescribía otra minita como medicamento. La sabiduría popular es irrefutable, repetía Camilo tirado en el sofá cama, mientras, Salvador calentaba con un sol feo: un clavo saca a otro, posta. Para la tercera cerveza los paréntesis que se habrían y cerraban entre las posibilidades del Santo de mantener la categoría y la manipulación del INDEC en los índices de inflación, no interesaban demasiado, incluso cualquiera podría suponer que acordaban escudriñar un poco en sus cabezas antes de retomar la conversación. -Don Barrientos, no sé para usted pero para mi que ser mujer no le da derecho a cagarnos del modo en que lo

Mala poesía

Busquen y van a encontrar Que cuando dije: Me hizo real, en el entretiempo ese, seductor y algo voluptuoso de matar el tiempo Lo dije pensando que ella revivía lo que yo mataba Murmure : Los días ya no me persuaden Cuando me hizo saber que ya no era su farsante predilecto Escribí: Algún día vamos a probar esa calabaza Nos deslizaremos por su jardín Perfumados con saliva de sueños hacia Ese verde Que huye de nuestras risas Para hablar sobre nuestro hallazgo Y de nuestro permanente desencuentro Busquen y van a encontrar que conté a varios sobre Caperucita Feroz y el Lobo Rojo Sobre sus Manos Temperamentales Y sobre el cuervo que antes le picaba su cerebro violeta Que convertí en cartero al mozo del café Con una carta que ella nunca buscó Le dediqué una novela Un poema que ella hizo canción Pero nada de eso bastó Faltaba algo más Algo así como un poema Un poema que sin embargo No era para ella Que no era para nadie qu