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Mostrando las entradas de abril, 2011

Un volcán

El sol tintineaba en el aire. El sol babeaba en el cerebro de todos con sus tentáculos afilados. El sol era una piedra. El sol era miles de piedras en su volcánica piel canela. Y todo no terminó tan mal. No, no tan mal. Notan mal. En rigor, iban floreciendo las intenciones a medida que el sol con sus inten-tacúlos provocaba una imagen en todos. Ella cruzó la avenida atravesando anillos concéntricos repletos de labia almibarada. Ella vulcanizó su piel viviente y llamativa pronta, prontísima a la mía. Canela, ella con sus corpúsculos y grumos de lava hirvientes empalizando el pedestal llamado cuello. El sol era un volcán esa mañana, no tan mal, libre de todo sufrimiento. Un mar ruidoso, de irreprimible lozanía erupcionaba de esa piel canela. La respiración de la luz que imita el aire crujiente del sol. Yo vi, yo escuché el sonido del sol estallando en los poros de la piel. El mar mediterráneo rompecabezas de sus labios hedía, sí, hedía a saliva a lava a manía y a rechazo. Mi cuerpo ya ha

Leche

El abuelo secaba las balas del .32 en la ventana del jardín. Y ahora puedo contarlo, no como un logro, pero contarlo. Hubiera querido sacarle más provecho al abuelo. Yo también quería mis balas así que le hice caso al Loco Emilio. Mis balas con pólvora de la buena serían fabricadas por mi, y se las regalaría al abuelo para que las pusiese junto a las de él. Era claro que el Loco Emilio se las traía. Los changos se burlaban de él por su infatigable amor por la paja, pero paraban bien las orejitas cuando el Loco les decía que no había mejor paja que la que uno, embriagado por la necesidad de hundir el choto cual agujero se presentara; uno, en ese estado bien podía agarrar un bife, tajearle un orificio acorde a la necesidad de roce que uno ande teniendo, y listo: a gozar. Los padres desconocen a los locos como el Loco Emilio, por eso nosotros poníamos en práctica clandestinamente sus conocimientos, no vaya ser que alguien abra la puerta del baño y haga preguntas de autoría. Yo le creí al

Palabras

-¿Qué son las palabras, sino la minucia de países limítrofes? En silencio y a pie, con un enigma o un señuelo a mano, las palabras se organizan, y luego traman a cañonazo limpio esto que se llama, que no dudé en nombrar: para que me ames así. Es un hecho que no hablo de amor, no del mío. Mi mundo pasa por la orgullosa luz de un calidoscopio. Entonces las palabras te confluyen, abren tus oídos inscriptos en tu llanto, o en la lluvia. Por tradición, por esos bordes arruinados que éramos los dos y que ahora es la condición de mi amor. Yo decía, y desde mi borde las cosas cobran el entusiasmo al que yo confundo por vida. Tal vez sea por error, pero las palabras cruzan en señal de imputación. Los labios le son insuficientes, las mismas órbitas vacías en donde se esconden día y noche no alcanzan. Jamás he visto tanta conciencia del fuego. Las palabras son pocas, suficientes, otras, como en este caso, amasadas como soles de fuego, de chispa terrestre y tenue en ocasión de pode

Teorema de Existencia

La matemática conoce algo llamado Teorema de Existencia. Nosotros los poetas modernos también tenemos algo parecido llamado comentarios. Pero esto no es más que un boceto, una suerte, de lamido ancestral: la inevitable ruta rupestre. Porque la humedad avanza a paso redoblado, y deja a la intemperie los escombros. Pensar, abandonarse a pensar todo lo contrario. Porque se puede: una catarata incomestible de palabras en fila. La estrategia recobra su estatuto en las finas líneas del plan de negarme a hacer para hacerlo necesario. Hank, y su testamento lúdico: la isla desierta. ¿tomarías una vara y rascarías palabras sobre la arena? Que los gusanos y los pájaros no me mientan permitir. No, no lo haría. Abril, uno de 2011: Una ciénaga se proyecta ante nuestros ojos Alertado principalmente por el estilo de mis ojos Pienso en escribir. Cambiaron de color Síntoma de que algo anda mal La bilirrubina es el apio de mi hígado Es la porción deshecha de antemano Po

F

Creo que dije “No te voy a recordar”cuando todavía era pulso y palpitaciones. Y sigo siendo perfectamente predecible. Me conozco poco, y eso no habla muy bien de mi, lo sé. Pensaba que escribirte terminaría con el resto, pero me equivoqué nuevamente. Esta mañana creí verte conquistando un hilo de luz que se quebraba en el polvo de la pieza. El hilo de luz que no era luz, y que ya no era un hilo se enredaba en un remolino oceánico detrás de tu nuca. El origen del día se adueñaba de la verdad desordenada. He intentado huir de esa miel que veían mis ojos, y sin embargo, ahora creo que te amo, o te amé, no estoy muy seguro tampoco de eso pero suena bien. Te dije tantas cosas tontas cuando quería hacerme el interesante. Me sentía feo y borracho a la vez. Yo andaba con arena en los párpados y tu voz de águila se metía en mi sangre diciéndome que todo pasaría, que yo no sabía lo que quería. Y esta mañana, en ese hilo de luz pude ver tu pelo y tu cuellito delicado y firme descubierto