Envidio tus flores, tan parecidas a las que florecían en mi jardín; por puro depresivo nomás. Hoy me suicidio juiciosamente, sobriamente. Soberanamente-es parte de la terapia al Mundo funcionando antes de mi-la ecuación a través, a- traviesa (atraviesa) las aguas turbulentas de un azar entrañable. Para los adeptos a las teorías del Yo, y los que completan el Sudoku con ayuda de la solución, os digo:

FARMACOPEA
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Es fácil contarlo todo cuando uno no estuvo ahí. Pero yo resolví (auto-convencí) a contarlo como si yo mismo fuera ese niño que desarma un reloj para saber qué es el tiempo.

Así y todo, la ingenuidad- escupida terapéutica directa al grano/zona que no distingue ni pitos ni conchas-y la rivalidad son cuestiones de lugar. Eso rozaba un versículo inédito y apócrifo (salvando la contradicción que alberga, nadie nunca dudó en atribuírselo al embelesado Barthes) que reconstruímos en seguida: “o cojés a la puta o cojés a tu mujer, no se puede a las dos en el mismo cuerpo”.

Para comprender mejor dicho enunciado la práctica me llevó a los rincones más aciagos (pequebúses) del lenguaje.

- Principalmente, con mis dedos intercambiaba palabras en los labios babeados de la sustituta.

Chirriaban-sé en una oleada
sin táctica más conocida como paja:
más turbación para los sujetos del clima.

Hablaba amorosamente, sin atenuantes del fantasma que recorre Europa. Frase tan célebre, y bien dotada con el señalador/carné bautismal: “para que el niño no se vea privado de la gracia santificante, y se convierta así en hijo (deudor) de Dios, y heredero del cielo (capitalismo).”(Sólo el subrayado es mío).

A)

Y la sustituta comenzó a espasmear lo que ello, queriendo decir yo, quería con todo eso. Ello me llevó a frotar mi cuerpo en el suyo (o ella frotó con ello). Un coitus reservatus parece ser porque se oía alardear nerviosa mente como si hubiese derramado un plato de sopa tibia y mal educada. Amabamos de oído.

B)

Desconfío de la liberalidad esa que hace que las mujeres se ajusten los jeans (inajustables) delante de uno. Pero por un minuto su cuerpo tomó la forma de una puta paciente.

¡Tu cuerpo me arde, sustituta!

C)

Ello esponja, solidario sanguíneo, y latía como pez fuera del agua al compás de un collar de cuentas (heredadas) cálidas que concluyeron con 3 ilustradas puntadas (de las puntadas al molino de.) los huevos. La estampida meticulosa con que la estrangulé a continuación la desbarató:
-¡Quiero un hipermacho! Eyaculeó la sustituta convertida en una fanática religiosa al mejor estilo Comezón del séptimo año.
Yo poseía la mirada fija en el mar, ancho y largo haciéndome el fifí, decidido a hablarle otra lengua pero me interrumpió (coitus interruptus) luego de las primeras puntadas que le propiné…
-Sos un políglota, cabeza de glande. Dejá que mi agua te bautice.

En fin, ¿o mejor escribir, al fin? Cabalgando se arrumbó sobre ello-sabiendo lo que quiere eso decir-único amo disponible, y libre de los ardides filosóficos de la economía, y hasta de la mismísima equitación, mientras yo le repetía:
-Sos mi mujer, putita querida.

De nada sirve, de nada sirve. Desarmar el reloj que es un otario de mierda, de nada. De nuevo Goddard confundido sobre un destello facineroso: Tuñon, Tuñon. Stalin se cruza de renglón para relatar su experiencia revolucionaria en el Cielo (tapper). Pero pongámoslo de este modo: ¿acaso no íbamos a fracazar?
El engranaje como un paje. Encaja en las horas, minutos, y segundos (afuera que empieza el segundo round). La decontrucción de la militancia prosaica como dicen los estudiantes de filosofía. El montaje del engranaje como un paje. El tiempo: no olvidar que entramos a la clase de Semiosis Social.

De la clase de Semiosis Social

De evanescencia y vanidad son algunas interrupciones que arrastran de la aburrida deconstrucción de relojes a la música en los colectivos. Es oficial, a esta altura de la cosa (Ding Das, Ding Das), el santo, primo hermano de San Turain, mencionado como el traductor hace irrupción: San Rhot Kudart en adelante.

Hay quienes se consuelan con un correcaminos, una bellota, una lila, o una aceituna, eso es un hecho: el estómago siempre reclama alguna retribución. Por eso cuando nuestro autor dice: ¡tu cuerpo me arde, sustituta!; de lo que intenta hablarnos (ya que todo en este autor son tanteos, poses tan volátiles como anodinas) es de su carta astral. Pero obsérvese el entrelínea que nos cede subrepticiamente porque él ya se considera el hipermacho que reclama la mujer. El entrelínea no revela, esconde como los etcéteras que amontona después de sos mi mujer, putita querida.

Sin duda hay equivalentes, verdaderas frases en punto muerto. De esta manera a ¡tu cuerpo me arde, sustituta!; le corresponde un me voy a hacer una paja hasta tu regreso, o, regresá pronto que ya no estoy aquí.


Sos mi mujer, putita querida; decorado suntuoso, y un tanto exagerado utilizado para decir: si por mis bellos ojos me quisieras, todas las noches de verano serían fiesta de verano, o, voy a hacerte aparecer cuando no estés (de tinte francés).

Del mismo modo, hallamos irresistible la escaramuza de ello. La falsedad de la impersonalidad impone papelitos arrojados por la tribuna local; sin embargo, ello, intento de huída hacia delante no lo exime ante el común de los mortales (aunque él mismo es uno de ellos) del hierro (mata) incandescente que lo marcó una noche de sexo objetivo cuando ni siquiera había ello: objetivo. La cobardía tiene su ombligo propio: Daniel Alonso; y en su colérica huída, no menos aburridos, los dramas familiares, y la lucha de clases hacen escuela (luego de superar resacas y amores inútiles).

De lo único que tenemos certeza es que algo ocurrió, nada más podemos añadir a este inefable asunto. Esperamos nuevos registros, nuevos puntos muertos para escudriñar lo que no entendemos, porque no entendemos nada de nada de todo lo que aquí se dice.

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