Mente en negro

La mente en negro, sin las ventajas de un tiro libre-o de las bondades de la mismísima ley de ventaja. La tabla (de lavar fósiles) rasa y sus consecuencias hacia abajo. Los centros también se hacen pensar, más con la noche y sus sonrosadas intenciones, que invita. La mujercita tibia ensaya completarse como mujer. Huele el semen y huye despavorida. En sentido contrario, a veces. Son sus sonrosadas intenciones palpando el ganso que la sobre-coge en demasía. Lagartija tímida que escapa del rey león. Pero sobrecoge más la extraña extinción de centrosjás, que definan, tan indispensables para la delantera. La modernidad tiene esas consecuencias tibias y sonrosadas. Voy a intentar una historia en pocas líneas, quizá, en algunas páginas más, en algunas páginas menos. Se supone que es interesante, pero ni mi gato Hank lo garantiza: “...el sexo no prospera en medio de la monotonía...”cita (a ciegas) de la precursora de drogas blandas y escritores que se la creen. Anais Nim, impecable, urdida por una ardiente mente en negro. La variedad, tan amante de la prosperidad como Anais, mucho menos es una garantía, exclama Hank desde su reinado feliz-no. Tal vez tenga que ver con la selección de las armas, como lo es en el caso de Ramón Mercader, mejor conocido como mercachifle de Stalin. De vez en cuando, organizar la ceremonia adecuada a los entierros-el ritual más para vivos que para la gilada promueve algo así como un estremecimiento súbito. Pero la historia no termina ahí, dejenme agregar que la lagartija se escapó por un temor nauseabundo (entiéndase tabú) a las rimas. Prosperó el sexo entre rejas y bien intranquilo. El ganso con hidrocefalia alertado inocula su intrepidez al aire cual hombre civilizado.

“No es lo que el hombre habla de sí lo que lo define-sino el estado de su ganso y su prosperidad”. Debiera añadirse para una historia breve en busca de lectores más exigentes.

Y líneas más, otras de menos, la mente en negro toma el poder y asume (las aritméticas de toda dictadura: el poder sea sume). Dicho sea de paso, la literatura también queda sobrecogida desde que murió Anais Nim, o Rosario, indistintamente. Los lagrimones de ganso suceden por estas ausencias.

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